jueves, 19 de febrero de 2009



Oh, que todos se den aquí y no "en la eternidad, errando..."
Dejad que la gracia de la unidad como una savia
alce las ramas divergentes hacia el azul ligero,
aladas en su mismo destino...
Y así que todos aquí, aquí, cumplidos,
no olviden la raíz, una, profundísima,
abriendo todas las manos, oh, sí, todas las manos
sobre los fuegos alegres...


Juan L. Ortiz



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