domingo, 13 de diciembre de 2009

Thomas Eakins, Bebé jugando



LA MÚSICA
para Tadeo (sobre un poema de Denise Levertov)

Él no se adelantó: algunas noches pateaba
desde adentro el vientre de su madre
ensayando los pasos de su condición futura.
Nos educó durante nueve meses
en la escuela del nacimiento
y cuando al fin se abrió en su boca
el grito externo de la vida,
entendimos por qué. Trajo
a este mundo el suyo:
materia que refulge,
alegría de lo diminuto,
un idioma de fulgores impensados.
Algún día tendrá que pagar impuestos,
memorizar largas cifras,
afilarse los dientes.
Mientras tanto corre por la casa,
una luz en movimiento.
Todavía no aprendió a silbar
pero ya es toda la música.



SEÑALES


Ajeno a
a tormenta que destroza a martillazos
el cielo esta noche de diciembre,
el hijo duerme recogido en la tibieza.
Llegan desde allí señales
al vacío donde ningún dios se posa
y es herejía la presencia del que asiste
a ese sueño sin censuras:

rastros de una luz intermitente,
oro de la alegría derramado.



José Di Marco, Mundo sublunar (2007)



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